Por: María José Wiechers

¿Alguna vez has deseado ver una vez más a tus familiares o amigos ya fallecidos? ¿O al menos que te hagan saber que siguen contigo aunque no lo sea físicamente? Pues la celebración del Día de Muertos, tradición originaria de México, podría hacerte sentir un poco más cercano a esta experiencia.

Esta fiesta se celebra los días 1 y 2 de noviembre de cada año. La intención principal es recordar y honrar a los seres queridos que han pasado a mejor vida. 

Durante estos días, los familiares preparan con amor y emoción, muchísimas cosas para «recibir» a sus difuntos. Construyen altares caseros con ofrendas y se cree que los intencionados vuelven unos momentos, o sus almas, a disfrutar del regalo preparado. Suelen escuchar la música preferida de los difuntos, cocinar su comida favorita, etc. 

Esta festividad tiene profundas raíces culturales que son una combinación de creencias indígenas prehispánicas y algunas influencias católicas, como consecuencia de la llegada de los españoles al territorio mexicano. 

La influencia de la cultura azteca y maya es significativa y se manifiesta a través de diversos elementos, significados y símbolos en la fiesta. Destacaré algunos de los más relevantes: 

Ofrendas y altares

Ambas culturas tenían la costumbre de preparar ofrendas para sus antepasados y dioses. Esta tradición se ve reflejada en la creación de altares durante el Día de Muertos. Los aztecas, particularmente, creían que los muertos continuaban en otra vida, haciendo un viaje a Mictlán (el inframundo), y necesitaban estar listos para la aventura.

Por esta razón, las ofrendas aún incluyen alimentos, bebidas y objetos personales que los difuntos necesitarán en su viaje al más allá. Aún hoy en día, son preservados estos pequeños detalles, algunas de las cosas más comunes en estos regalos son: refrescos, cigarros, pan dulce, platillos típicos mexicanos y cartas.

Incluso hay personas que acostumbran a poner un altar para sus difuntas mascotas, llevan los mismos elementos que la de una persona. 

Calaveras o cráneos

Tanto aztecas como mayas tenían la creencia de que la vida tenía un tipo de dualidad. Esto se simboliza con cráneos y calaveras. Es muy común verlas representadas en dibujos, manteles, réplicas y hasta de dulces. Es una herencia de estas antiguas culturas.

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Ganjalex vía Envato.

Uso de plantas y flores

Se les atribuía propiedades especiales a ciertas plantas y flores. En este día, las familias decoran altares con flores, en particular, el cempasúchil (flor del muerto), la cual se considera una flor sagrada para los aztecas, además de que se cree guía a los espíritus de los difuntos hacia sus familiares. 

Las plantas suelen ser colocadas alrededor de toda la ofrenda, también se forma una especie de camino que lleva desde la entrada de la casa hasta donde se encuentra el altar, usualmente son pétalos de estas flores.

Estos elementos reflejan la rica herencia cultural y espiritual de estas civilizaciones en la celebración contemporánea del Día de Muertos en México. 

Variaciones regionales del Día de Muertos

Existe una amplia gama de variaciones regionales en la celebración del Día de Muertos en México. En estados como Oaxaca, se llevan a cabo comparsas y calendas, las cuales son procesiones festivas en las que la gente viste trajes tradicionales y máscaras fabricadas por ellos mismos.

Asimismo, en Veracruz, se realiza la «Danza de los Zancudos», estos zancudos son bailarines que realizan coreografías y acrobacias mientras caminan sobre zancos muy altos. Es una atracción popular. 

¿Platillos y panes en las ofrendas?

Hay varios platos tradicionales que se preparan durante el Día de Muertos. Todos son muy reconocidos y populares, tales como el mole y el atole.

El mole es una salsa tradicional de la cocina mexicana que está hecha de chiles secos, chocolate, especies y más condimentos dependiendo la receta. El atole es una bebida caliente, también tradicionalmente mexicana, que contiene una mezcla de maíz nixtamalizado con agua o leche, azúcar y cualquier otro sabor que se le desee agregar. 

Estos platillos son, por supuesto, usualmente incluidos dentro de las ofrendas realizadas en estas fiestas. 

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Juanjomenta vía Envato.

Otro de los elementos icónicos de este homenaje es el pan de muerto. Este pan tiene una distintiva forma con adornos encima, los cuales representan el cráneo (al centro) y los huesos del difunto (alrededor del cráneo). Estas decoraciones simbolizan, de nuevo, la vida y la muerte, así como la dualidad de la existencia anteriormente mencionada. No solo es un deleite culinario, sino también un símbolo fundamental que forma parte de esta costumbre. 

Las familias alrededor del país acostumbran a compartir un lindo momento juntos, sentados en el comedor o la sala, para disfrutar un pan de muerto y chocolate caliente. 

Día de Muertos: tradición sin fronteras

La celebración del Día de Muertos ha trascendido las fronteras de México y se ha vuelto popular en todo el mundo. Por ejemplo, hubo una exposición en el Museo Británico de Londres, en el año de 2009, centrada en esta celebración, se decoraron las instalaciones con obras de artistas mexicanos, hubo un esqueleto gigante y actividades familiares.

De igual manera, ha sido un tema recurrente en películas de animación, como «Coco» de Disney Pixar, que recibió aclamación internacional y una gran audiencia global. Asimismo, sagas de películas populares, como «James Bond: Spectre,» han presentado escenas ambientadas en celebraciones de Día de Muertos en México.

Sin embargo, es muy importante preservar la autenticidad y el significado cultural de la celebración. 

La importancia cultural y espiritual del Día de Muertos en México es enorme. También es un factor realmente importante que nos acerca y recuerda nuestra identidad como pueblo mexicano, evocando nuestras raíces. 

Esta es una invitación para respetar, honrar y apreciar esta preciosa tradición que venera a los seres queridos que ya han fallecido. Cada año nos demuestra la belleza de la vida (y la creencia de una misma después de la muerte). Seguramente seguirá siendo una fiesta presente en inimaginable cantidad de generaciones futuras de México.